miércoles, diciembre 18, 2013

Erewhon


Llevo un tiempo preparando material para una asignatura nueva que me ilusiona por la proximidad que sus contenidos guardan con algo que uno quiere llamar investigación pero no alcanza a serlo, más por celo científico que por sus resultados en revistas de índices chocantes. Pero hablar de ciencia y política científica son harina de otro costal y esta entrada busca cargar los sacos con semillas más fértiles.
Como es propio en mí, uno se anima a escribir sólo cuando la necesidad emocional te empuja a punta de cuchillo o bien cuando en la cabeza confluyen conceptos que de forma inusitada se orquestan en una armonía de ideas con clara línea argumental.

Von Neumann, a la edad
en la que era capaz de
memorizar guías telefónicas
como entretenimiento
Quería disertar sobre la singularidad tecnológica, esa suerte de constructo que marcaría un evento en la historia de la humanidad tan crucial que, más que una revolución, sería un cambio dramático, sin marcha atrás, para nuestro devenir como especie. Dicho concepto fue formulado en 1960 por John Von Neumann, ese tipo que a la edad de seis años intercambiaba chistes en griego con su padre (él era húngaro, aunque adoptaría luego la nacionalidad estadounidense). Von Neumann es recordado por sus adendas al conocimiento universal en campos como la mecánica cuántica, la economía, la matemática y la ciencia computacional. Es uno de los padres de la arquitectura de los ordenadores modernos y el valor de su trabajo es tan grande que tendríamos que, de nuevo, abrir un saco aparte para llenarlo con la molienda de sus prolijas contribuciones. La cuestión es que este tipo introdujo el término con el que comienza este párrafo. Esta singularidad hace referencia al momento en el que la inteligencia artificial, es decir, la derivada de las máquinas construidas por el hombre, supera a la del hombre mismo. Los cambios que supondrían dicho acontecimiento, la puesta en marcha de una inteligencia sobrehumana, serían tan lejanos a nuestra capacidad de comprensión que no es posible predecir el futuro para los humanos pre-singularidad. No somos nadie.

Este inquietante pero estimulante hecho ha originado incluso encuentros científicos para su debate. La Singularity Summit, promovida por entes tan respetables como la Universidad de Standford, se celebró por última vez en el año 2012 y, en promedio, los futurólogos y visionarios participantes establecieron fechas alrededor del año 2040 para que esto ocurriese. Esto quiere decir que, tal vez, muchos de nosotros asistamos a dicho cambio, como sufridores o beneficiarios, como protagonistas o víctimas... ¿Pero de dónde viene semejante paja mental? Pues de la tendencia general en el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación hacia mejoras constantes, más capacidad de almacenamiento, más potencia de cálculo y, sobre todo, mayor sustrato cognitivo. Este segundo punto es donde quisiera entrar con un poco más de detalle.

La redes semánticas son un conjunto de modelos de representación del conocimiento de gran popularidad tanto en el mundo de la computación como en el de la psicología. Permiten plasmar de forma cristalina cómo los conceptos se relacionan unos con otros. Si yo te digo que "un alumno es una persona" estoy creando un grafo de dos nodos, el alumno y la persona, y conectándolos con una relación de tipo "es un(a)". Si digo que "una persona es un animal" estoy añadiendo un nodo y un arco más a dicho grafo. Si tomo todo mi conocimiento y lo plasmo de esta forma podría representar según este modelo todo lo que está en mi cabeza. Bueno, todo no, las "reglas" que me permiten manipular esta información quedarían fuera, por lo que tendría que representarlas de alguna manera. Así, junto con el grafo, tendría reglas del tipo "si tu padre tiene un hermano, entonces esa persona es tu tío". Es decir, todo el conocimiento podría quedar reflejado en este modelo combinado de grafos y reglas. Solo faltaría alguien que ponga en marcha un motor de razonamiento sobre este modelo, con capacidad para manipular (modificar) el modelo en base a la experiencia obtenida en su uso, necesitando para ello ser integrado en un contexto del que se alimenta con nueva información (estímulos) y reaccionando ante ellos tras un proceso de razonamiento.

Estamos ahora en esa fase, la de construir el modelo global. Se llama "Linked Open Data" y consiste en crear, siguiendo los estándares que define el W3C según su iniciativa denominada "Web Semántica", una gran red de datos enlazados, accesibles por todos y, aquí está el quid, por todo. Un sistema de procesamiento suficientemente potente tendría la infraestructura cognitiva necesaria para alcanzar esa inteligencia transhumana.

Después del punto de no retorno, el lugar ocupado por
los participantes en la imagen cambiaría
La cuestión que se sigue de todo esto es ¿y dónde está el sistema capaz de tal cosa?. En ninguna parte, y en todas. En años recientes han ido surgiendo sistemas computerizados capaces de realizar tareas de inteligencia artificial avanzada, como ganar a humanos en un concurso de preguntas televisivo. Las tecnologías que se enmarcan bajo la amplia sombra del término Big Data  pueden ser el paso más claro hacia tal potencia de cálculo. Según Gregory Piatetsky, el nivel 3 de estas infraestructuras de procesamiento masivo de datos llegarían a posibilitar alcanzar la singularidad. Las tecnologías Big Data son ampliamente utilizadas (y desarrolladas) por grandes como Google o IBM. Sus aplicaciones en biomedicina o finanzas ya determinan la capacidad competitiva de muchas corporaciones. En mi opinión, bastará con que surjan infraestructuras de procesamiento masivo de datos que permitan un acceso abierto y unas APIs de intercomunicación para dar generar el acervo computacional adecuado.

Lo comentaba Turing: llegará el día en que las máquinas tomen el mando, tal y como Samuel Butler refleja en su novela Erewhon. Esa novela se publicó hace casi un siglo y medio, pero es ahora cuando somos más conscientes de que el momento se acerca. ¿Estaremos preparados? Es imposible saberlo y es imposible estarlo pues será diferente a cualquier cosa que la humanidad haya conocido antes.